domingo, 3 de junio de 2012

Buenos días alumnos, alumnas y público en general

Cada martes, al igual que una canción que me gusta comienzan mis clases de ética: “ una línea, una raya” en la pizarra dejándola ahora dividida en dos, pero no a partes iguales, a la izquierda la zona prohibida, en la cual échate a temblar como se escriba tu nombre tres veces. El otro lado es más grande, tanto como para albergar desde las reflexiones más profundas del filósofo más importante de la humanidad, hasta el más simple monigote véase una gallina, un perro o un hombre para demostrar cuál es el más inteligente de los tres.

Fiel a su traje con corbata (en ocasiones pajarita) y junto a su maletín vestido con su pensamiento , alto y con voz potente es mi profesor de ética.

Todo en su clase está ya escrito, es un guión que se representa fielmente en cada clase de cuarto en la que enseña. Porque ese es su trabajo, y “ no hay nada más bonito que aprender”.

Por la edad que tengo y la situación en la que me encuentro lo que me toca ahora es estudiar, pero hay maneras y maneras de estudiar, y en las clases de ética a parte de estudiar lo que se aprende es a pensar, o al menos intentarlo. Preguntarnos siempre el porqué de las cosas y llegar al principio de la cuestión.

Lejos de ser una “María”, la ética que aprendemos en este instituto se toma enserio, hay exámenes de todo y de todas las formas posibles para dar a la asignatura la importancia que se merece.

A mí me han quedado ganas de otro curso, ¿tendremos el gusto de repetir?

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